
Seamos sinceros: hace 15 años, en España, prácticamente nadie había probado una tarta de zanahoria. Nos sonaba de verla en la tele, como los emparedados de crema de cacahuete, pero no teníamos ni idea de a qué demonios sabía. De hecho, si lo analizábamos fríamente, nos daba hasta un poco de cosica eso de meter verduras en un dulce.
Sin embargo, mucho ha llovido desde entonces: nos han llovido los cupcakes; los Starbucks y sus muffins; nos han llovido los batidos hipercalóricos; los doughnuts bañados en …